« Estas obras emprendidas y continuadas, todas serán para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas que nos son tan queridas ».
José-Onésimo Brousseau
En la época de los fundadores (1892-1920), la población es mayoritariamente rural, pobre y sin los servicios elementales. En San Damián, la llegada de las Hermanas permite intensificar el trabajo de enseñanza ya iniciado. De 1892 a 1905, se lanzan a trabajar en cinco escuelas del municipio.
Desde 1894, las peticiones venidas de sacerdotes se multiplican. Ellos reclaman religiosas para enseñar en sus parroquias. Poco a poco algunas hermanas dejan los muros del convento y se hacen misioneras educadoras. A partir de San Damián, el horizonte de acción de la Congregación se amplía, las hermanas van a instalarse gradualmente en los pueblos de las regiones de los Apalaches, Quebec y los municipios del Este. Las condiciones de vida son cada vez más difíciles. Su determinación es más fuerte que todo y desempeñan su misión con coraje.
Hasta 1920 la obra de la enseñanza ocupa la mayor parte de la acción apostólica de las religiosas: treinta y tres escuelas parroquiales están bajo su responsabilidad. Las hermanas colaboran igualmente en dos presbiterios y un hospital.