Nosotras reconocemos una hermana de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro como:
Una mujer simple en el contacto y la acogida, humilde, serena, abierta a todos y a todas, sencible al sufrimiento de otros.
Una mujer enamorada de Cristo y centrada en El. Ella se nutre de la palabra y en comunión con el querer de Dios en un proyecto de vida unificante. Contemplativa en la oración y la acción, ella manifiesta una confianza y un abandono inquebrantables en la Providencia. Con María, modelo de vida consagrada, ella se hace perpetuo socorro para las personas desprovistas.
Una mujer de todas las tareas, cuyo espíritu de familia incluye: servicialida, disponibilidad, olvido de si, interculturalidad, solidaridad, corresponsabilidad, flexibilidad y sentido de la fiesta.
Una mujer de fe audaz. Ella no teme comprometerse en la misión al servicio de los niños, de los enfermos y de los excluidos. Impulsada por un celo ardiente por la salvación de todos y todas, se muestra abierta a las necesidades del mundo actual.
Una mujer orgullosa de su pertenencia, que transmite la herencia de los fundadores. capaz de creatividad y de generosidad, ella favorece la autonomía y la promoción humana por una atención benévola a los pobres y a los pequeños.
Una mujer inpregnada de nuestro carisma de presencia amorosa y compasiva del Dios providencia, que se hace sierva a la manera de Jesús.