La gran salida
« El impulso misionero es un signo claro de la madurez de una comunidad eclesial ».
Benedicto XVI
La aventura misionera comienza en septiembre de 1945 con el padre Cipriano Fortin, Misionero del Sagrado Corazón. El siembra las primeras semillas solicitando la venida de las religiosas a fin de colaborar con sus obras en República Dominicana. Con el apoyo del padre Carlos Guillot, msc, el proyecto se precisa y en enero de 1948, la superiora general y la secretaria general se ponen en ruta a fin de estudiar las posibilidades de una fundación en tierra antillana.
Durante su estadía ellas encuentran a una mucha deseosa de hacerse religiosa. Esta última hace su entrada al noviciado de San Damián en julio de 1948 y se convierte en la primera religiosa dominicana.
A raíz de esos eventos providenciales, un primer contingente de cuatro religiosas se instala en República Dominicana, en la zona del Cibao para dedicarse a la pastoral parroquial y a la educación. Se trata de Sor María de la Asunción, Sor Santa Emery, Sor Santa Susana y Sor San Bernardo de Citeaux.
Dos figuras principales proporcionan el govierno y el avance de la congregación en tierra dominicana: el Padre Cipriano Fortín y Sor María de la Asunción que asume las responsabilidades de fundadora, superiora y maestra de novicias.
Vayan por el mundo
Actualmente, en 2015, 95 religiosas nativas de la región del Caribe, incluyendo a Nicaragua y Curaçao, están en acción. Con dinamismo y coraje ellas se entregan a la misión de evangelización a través de los países, por sus obras de educación, de pastoral y de ayuda a las personas ancianas.
Communidad en 2013
La obra de educación es una prioridad. Actualmente, las hermanas de República Dominicana dirigen cuatro colegios privados: el colegio Belén en Nagua,el collegio Nuestra Señora del Valle en Constanza, el collegio Santa Teresita en Mao Valverde, y el le collegio Padre Fortin en Santiago.
Las acciones de evangelización junto a las familias, mujeres , niños, jóvernes y ancianos se despliegan en lo más profundo de sus deseos de ir hacia los más pobres.
Su apostolado se concentra al rededor de las necesidades de la pastoral parroquial, escolar, catequesis, promoción de la mujer, hogares para las personas ancianas, formación técnica y formación de líderes en pastoral. Hoy se cuentan por millares los niños, los adolescentes y adultos que reciben la buena noticia del Eevangelio. Es así que se continúa el legado de la Madre San Bernardo y de sus tres co-hermanas habiendo constituído el centro inicial de la comunidad.
Hoy las hermanas de la Républica Dominicana no se contentan con quedarse en su medio. Ellas se hacen misioneras al encuentrfo de los más pobres en otros países: Curaçao, Puerto Rico y Haití (Caribe); Guatemala y Nicaragua (América Central).