En los escritos de nuestros fundadores, descubrimos que el Padre José Onésimo Brousseau tenía una gran fe en Nuestra Señora de Perpetuo Socorro. Es a ella que quiso confiar la nueva congregación fundada en 1892.
La Madre San Bernardo, que amaba mucho a la Virgen María, plenamente se adhirió a esta denominación. Lo expresa en su primera carta enviada al cura Brousseau: « ruego y hago rogar a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que me conceda la luz del buen Dios y coraje para hacer lo que debo hacer si las cosas llegan… »
(Carta de Madre San Bernardo, p. 4)
Desde el 1866, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se implora en el mundo entero. Los redentoristas, habiendo sido autorizado por el papa Pio IX, la dieron a conocer por todo el universo. En la época en la que nuestra congregación ha sido fundada, Los redentoristas daban la vuelta en las parroquias de Quebec y presentaban a María como la que siempre puede socorrernos e interceder ante de su Hijo Jesús.
En nuestro momento, nos gusta rogar diariamente, presentándole nuestras necesidades personales así como también las intenciones de toda la humanidad.
Oh María, nuestra Madre,
que para inspirarnos una gran confianza,
quisiste hacerte llamar Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Te suplico venir a mi ayuda,
en todo tiempo, en todo lugar,
en las horas difíciles y sobre todo en el momento de la muerte.
concédeme el pensamiento y la costumbre de rogarte cada día.
Pues, si soy fiel en invocarte,
estoy seguro que tú serás fiel en venir socorrerme.
Concédeme la gracia de rogarte siempre con toda confianza,
ven a mi ayuda ahora y a la hora de mi muerte.
Amen.