« Mis hermanas, permanezcamos pequeñas, desaparezcamos ».
Virginia Fournier
Virginia abandona todo y se consagra al Señor el 28 de agosto de 1892. Se le da el nombre de Madre San Bernardo. Junto a sus primeras compañeras, Madre San Bernardo se convierte en el elemento indispensable de estabilidad sobre el cual reposa la fundación de la joven comunidad.
Bajo su gobierno, la congregación emprende lentamente su vuelo. Es reconocida civilmente el 12 de enero de 1895. El primer Consejo General fue formado el 4 de mayo del mismo año y la fundadora fue elegida Superiora General. Ella tiene también las responsabilidades de Maestra de novicias, ecónoma, secretaria y educadora. Acompaña en todo momento a sus hermanas en el proceso de la vida comunitaria y les infunde su celo misionero.
En 1898, relevada de sus responsabilidades de superiora general, la Madre San Bernardo se aplica lo que ella enseña a sus hijas. Ella vive en el olvido de sí junto a los ancianos, los pobres, en la cocina y el lavadero. Cuida a los enfermos, enseña a los niños y con sus conocimientos sobre plantas medicinales se hace una farmacéutica.
Llena de solicitud tanto para sus hermanas como para los pobres, la fundadora se da sin reservas. « Mujer de todas las tareas », inculca a sus hermanas, a través de su ejemplo los valores de la sencillez, de olvido de sí, de humildad, de compasión, de acogida incondicional y de amor por los más pobres.