« Esperar contra toda esperanza ».
Virginia Fournier
La atracción por la vida religiosa nunca abandona a Virginia. En julio de 1892, mientras que ella ejerce su caridad para con los suyos en Fall River, recibió una carta de la Madre San Norberto, de las Hermanas de Jesús y María. En ella se le invita a participar en la labor del Padre Brousseau en San-Damián y le urge para comunicarse con él. Esta carta es el comienzo de la gran aventura que está a punto de experimentar.
Virginia llegó a San-Damián el 26 de agosto. El Padre Brousseau reconoce en ella a la fundadora de su comunidad y en su corazón, una voz se escucha claramente « ! No la dejes ir »
Él le explica su proyecto y le pide una respuesta para la mañana siguiente después de la Misa. Virginia está dividida entre su deseo de regresar al lado de su madre enferma y su deseo de ser religiosa. Su dilema la hace sufrir y ella relata: « En dos ocasiones durante la misa, yo pensaba que iba a morir, de tanto que el corazón me dolía. »
Ella pide regresar a Fall River para preparar a su madre a la separación, pero el sacerdote no la deja ir. Él le da dos minutos de reflexión. Conducida por la Divina Providencia, ella acepta el reto y está dispuesta a permanecer con el Padre Brousseau para establecer la obra que él porta en su corazón.
« Aquí estoy! Disponga de mí como usted quiera! »
Virginia Fournier